-Sí, por supuesto- responde Julio y estira su mano desesperada para poder agarrarlo.
Mientras prueba el primer sorbo del amargo, espumoso y tan característico mate uruguayo, piensa en los habitantes nativos que desde antes de la colonización ya saboreaban esta caliente y verdosa bebida, así como en la actualidad. Lo bebe lento, disfruta el calor que pasa por su garganta lo más que puede, y lo devuelve para que los amigos de la ronda que recién comienza no lo empiecen a
apurar. Leer más...
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